Donde tradición bordelesa y visión contemporánea se encuentran
No hay nada que disfrute más que sumergirme en la esencia de una bodega desde la raíz —literalmente desde el viñedo— hasta la copa y más con grandes amigos como en este caso Lucas Gailhac (@wineoptimist), apasionado experto en vinos con el que comparto grandes historias, reflexiones, argumentaciones técnicas y copas de vinos inolvidables.
Recientemente tuvimos el privilegio de visitar Château La Dominique (chateau-ladominique.com), una de las joyas de Saint-Émilion, y he salido con una mirada renovada sobre el equilibrio entre herencia, terroir y modernidad en Burdeos.
Un terroir de frontera con Pomerol
Lo primero que sorprende de Château La Dominique es su ubicación. Situado justo en la frontera entre Saint-Émilion y Pomerol, el viñedo se encuentra literalmente colindando con propiedades como Cheval Blanc y L’Évangile.
Este posicionamiento estratégico le confiere una diversidad geológica muy interesante: suelos arcillo-calcáreos en la zona alta y gravas profundas en las laderas bajas norte, lo que aporta una notable complejidad al ensamblaje final.
El viñedo cubre 29 hectáreas con una edad promedio de 35 años, plantado con:
- Merlot (mayoritariamente)
- Cabernet Franc
- Cabernet Sauvignon
- Malbec (ya por desaparecer de aquí)
Este reparto varietal es típico del Right Bank de Burdeos (al este del río Dordoña), aunque la presencia del Cabernet Sauvignon es ligeramente superior en esta bodega a la media de Saint-Émilion, aportando estructura y longevidad.
Suelos de Grava
Las gravas son suelos bien drenados y cálidos que retienen menos agua. Favorecen una maduración más temprana de la uva y un mayor estrés hídrico controlado, ideal para producir vinos de estructura elegante, taninos finos y buena acidez.
Suelos de arcillas
Las arcillas retienen bien el agua y son más frescas, lo que permite una maduración más lenta y sostenida. Son ideales para el Merlot, que domina en Saint-Émilion.
Los vinos producidos sobre arcillas tienden a ser más opulentos, densos y con taninos envolventes, mostrando cuerpo, textura y un carácter más aterciopelado. En años cálidos, la arcilla actúa como regulador térmico e hídrico, preservando frescura y balance.
Suelos arenosos
Las arenas drenan muy bien pero son más pobres en nutrientes, lo que limita el vigor de la vid. Los vinos resultantes suelen ser más ligeros, accesibles y aromáticos, con taninos suaves y menor concentración.
En Saint-Émilion, suelen encontrarse en zonas bajas o periféricas, y pueden ser una excelente base para vinos de consumo más temprano o segundas etiquetas.
Viticultura de precisión y sostenibilidad
Uno de los aspectos más destacables de Chateau La Dominique es el enfoque responsable en el viñedo. La bodega está comprometida con prácticas sostenibles, y actualmente se encuentra certificada HVE (Haute Valeur Environnementale), con transición hacia métodos aún más respetuosos.
La conducción es en cordón doble en su mayoría, con poda meticulosa y vendimia 100% manual. Utilizan tecnologías como mapeo por satélite para zonificar la vendimia por madurez fenólica, lo que permite vinificar parcelas micro-seleccionadas con un altísimo grado de precisión.
Arquitectura y técnica
La arquitectura de la bodega es otro de los puntos distintivos: diseñada por Jean Nouvel, mismo arquitecto que ha hecho la conocida Torre Agbar en Barcelona, la bodega de Château La Dominique se reconoce por su fachada roja brillante, compuesta de placas espejadas que reflejan el viñedo y el cielo. Es una declaración visual, pero también funcional.
El espacio interior alberga:
- Cubas troncocónicas de acero inoxidable, termorreguladas.
- Vinificación con remontados suaves y control preciso de temperatura.
- Uso de levaduras indígenas en algunas microvinificaciones.
- Fermentación maloláctica en barrica para algunos lotes.
- Ánforas de arcilla, depósitos de vidrio, huevos de plástico, entre otros.
La crianza se realiza entre 14 y 16 meses, con 40-60% de barrica nueva, dependiendo de la añada. La bodega también utiliza foudres y barricas de diferentes toneleros para aportar capas de complejidad.
Cata técnica y evolución del estilo
Durante la cata tuvimos la oportunidad de degustar diferentes vinos de la bodega con el objetivo de apreciar evolución, consistencia estilística y enfoque en la fruta.
1. Relais de La Dominique – Bordeaux con vocación accesible
Relais es el vino de entrada del château, elaborado a partir de parcelas más jóvenes o de zonas con menor concentración, pero con una ejecución técnica que merece atención.
100% Merlot
Nota de cata:
Nariz directa, con fruta roja (cereza, frambuesa) y un retrogusto suavemente especiado. En boca es de cuerpo medio, taninos pulidos, con acidez equilibrada, aunque la cosecha que catamos 2017 ha sido fría y se sentía más afilado, y final fresco con longitud moderada. Lo más destacable es su versatilidad gastronómica y su estilo accesible sin renunciar a la identidad de Saint-Émilion.
Un perfecto ejemplo de cómo un segundo vino puede actuar como embajador del château, permitiendo el acceso al estilo de la propiedad con una propuesta de consumo más inmediato. Crianza parcial en madera, buscando preservar la fruta.
2. Château Fayat – La expresión de la grava en Pomerol
Este vino proviene de Pomerol, de la propiedad hermana de Château La Dominique. En este caso, la expresión es más untuosa, más rica, pero no menos precisa.
Nota de cata (2019):
Color profundo. En nariz, abundante fruta negra madura (ciruela, mora), con notas de café tostado, cacao y trufa. En boca es más untuoso, con taninos sedosos y un volumen medio-alto. Final largo con recuerdos minerales y terrosos.
Una clara representación del Merlot en su máxima expresión, sobre suelos de gravas y arcillas. El vino muestra una excelente integración de la barrica (alrededor del 50% nueva), con crianza de unos 15 meses. Ideal para comprender cómo Pomerol ofrece una voluptuosidad elegante sin excesos.
3. Château La Dominique – El Grand Cru Classé con visión de futuro
El vino insignia de la casa. Elaborado a partir de las parcelas más antiguas y mejor expuestas, combina potencia, precisión y profundidad. Catamos la añada 2016, que representa una excelente cosecha de madurez y balance.
Nota de cata (2016):
Nariz compleja: cereza negra, violetas, tabaco fino, regaliz y grafito. Boca estructurada, con taninos firmes pero maduros, excelente acidez y un núcleo frutado. Final largo y preciso, con notas de moka, cedro y especias dulces.
91% Merlot, 7% Cabernet Franc, 2% Cabernet Sauvignon.
Fermentación por parcelas en depósitos troncocónicos de acero inoxidable, maloláctica parcial en barrica, y crianza de 14 a 16 meses con 40% a 60% de roble nuevo. El resultado es un vino con gran potencial de guarda (15-20 años), que combina estructura bordelesa clásica con una vinificación contemporánea más contenida y refinada.
Tres vinos, tres estilos, una misma filosofía
Lo interesante de esta cata fue comprobar cómo, desde el más accesible Relais, pasando por el más opulento Fayat, hasta el más estructurado y elegante La Dominique, existe una coherencia estilística basada en el respeto por el terroir, la precisión en la vinificación y una clara búsqueda de equilibrio.
Cada uno de estos vinos representa una faceta distinta del arte bordelés, y juntos ofrecen una fotografía completa de la región, desde la copa.
Lo que se percibe claramente es una evolución en estilo hacia un enfoque más preciso, menos extraído, con uso de barrica más integrado y búsqueda de frescura. Esto refleja un cambio generacional en la dirección del château.
Nos vamos despidiendo…pero nos volveremos a ver
Château La Dominique me dejó una impresión profunda no solo por la calidad de sus vinos, sino por su inteligente equilibrio entre herencia y vanguardia. Pocos châteaux logran unir de manera tan coherente la precisión técnica con la experiencia estética y emocional del vino.
Es un ejemplo perfecto de lo que significa ser bordelés en el siglo XXI: respetar el terroir, innovar con medida, y transmitir emoción a través de la copa.
